Asegúrate de mantener los filtros de aire de tu sistema de aire acondicionado limpios.
Son esenciales para garantizar la calidad del aire que respiramos. Límpialos regularmente o cámbialos según las indicaciones del fabricante para evitar la acumulación de polvo, polen y otros alérgenos en el aire.
Evita ajustar el aire acondicionado a temperaturas extremadamente frías, ya que cambios drásticos de temperatura pueden debilitar el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de resfriados y enfermedades. Se recomienda mantener una temperatura moderada y confortable.
Adapta gradualmente tu cuerpo a los cambios de temperatura y evita transiciones abruptas entre lugares con y sin aire acondicionado. Mantener una temperatura constante en el entorno es beneficioso para la salud respiratoria.
Evita la exposición directa al flujo de aire frío del aire acondicionado, ya que puede resecar las mucosas nasales y causar incomodidad. Ajusta las rejillas de ventilación para distribuir el aire de manera uniforme por la habitación.
Es esencial realizar un mantenimiento regular del sistema de aire acondicionado. Limpia las rejillas de ventilación con frecuencia y programa una limpieza profunda del sistema al menos una vez al año para prevenir la acumulación de bacterias y moho que pueden afectar la salud.
Fomenta la ventilación natural siempre que sea posible para renovar el aire y reducir la concentración de contaminantes en el interior. Permitir que entre aire fresco del exterior ayuda a mantener un ambiente saludable.
Mantente hidratado bebiendo suficiente agua para contrarrestar el efecto de resecamiento del aire acondicionado en el ambiente y en tu cuerpo. Esto ayudará a prevenir molestias respiratorias y a mantener una buena salud general.